domingo, 28 de junio de 2015

QUINTÍN



Me lo encontré por casualidad. Tenía el día consumista, subía por la calle Jorge Juan de Madríd, cuando me topé con él, esa fachada se salía de lo habitual. Era totalmente estilo RECOUPAGE y no pude reprimir las ganas de entrar.




Habían hecho una puesta en escena fantástica y parecía un auténtico ultramarinos. No quiero decir con ello que los productos presentados fueran de atrezzo, todo lo contrario. Todo era fresco y de una calidad apabullante.


Sandro Silva y Marta Seco, cabezas pensantes del grupo hostelero “El Paraguas”, se embarcaban en un nuevo proyecto con lo que hacía más de un siglo fue el ultramarinos del barrio.


Me introduje sigilosamente en el local y me acerqué a la barra para tantear el espacio y pedirme algo, las compras te dejan seca.



Ya en ella pude ver de cerca el frontal de ésta y vi que tenía claramente una similitud impresionante a nuestros materiales. Una hornacina balinesa hace la función de expositor de champán, dando un golpe de efecto a la homogeneidad del estilo del local.


El espacio del fondo donde se ubica la frutería ya te provoca que se te haga la boca agua, así que probé suerte y pedí una mesa. Me consta que siempre está lleno, pero como todavía era temprano se apiadaron de mí y me dieron una.


Me acompañaron hasta ella a la segunda planta y durante el recorrido seguí encontrándome con piezas muy nuestras.


La caminata de compras me había abierto el apetito, así que hice una pequeña selección.





He de decir que tanto las anchoas, como la pizza, el morrillo de atún y las alcachofas estaban deliciosas con una calidad excepcional. El ambiente muy de El Paraguas, lleno de gente guapa y la decoración, como cabía esperar, muy bonita.




La idea de embotellar su propio aceite, yo que adoro los AOVE, me pareció encantadora.



Enhorabuena, grupo EL PARAGUAS, un éxito más. Cambio y corto.

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